Esos vientos fuertes que golpean con dureza no son realmente enemigos. Os ayudan a integraros. Dan la impresión de que os van a desenraizar, pero al luchar con ellos os enraizáis.
Pensad en un árbol. Podéis llevar un árbol al interior de la habitación y, en cierto sentido, estará protegido; el viento no lo azotará. Cuando las tormentas bramen en el exterior, se hallará fuera de peligro. Pero no habrá desafío; todo estará protegido. Podéis ponerlo en un invernadero, pero poco a poco palidecerá, no estará verde. Algo en lo más hondo comenzará a morir... porque el desafío modela la vida.
Esos vientos fuertes que golpean con dureza no son realmente enemigos. Os ayudan a integraros. Dan la impresión de que os van a desenraizar, pero al luchar con ellos os enraizáis. Enviáis las raíces más hondo de lo que puede alcanzar y destruir la tormenta. El sol está muy caliente y parece que quemará, pero el árbol succiona más agua para protegerse contra el sol. Se vuelve más y más verde. Luchando con fuerzas naturales, alcanza cierto grado de alma.
El alma solo surge mediante la lucha.
Si las cosas son muy fáciles, empezáis a dispersaros. Os desintegráis poco a poco, porque la integración no es en absoluto necesaria. Os convertís en niños caprichosos. De modo que cuando surja un desafío, vividlo con coraje.
Fuente: Día a día. Meditaciones para el Aquí y el Ahora. Osho
gracias por este texto maravilloso! y por ayudarnos a ver la realidad como lo es realmente, ni mala ni buena, simplemente es y esta alli para enseñarnos a evolucionar! abrazos de luz y bendiciones infinitas!
ResponderEliminar¡Qué lindas palabras Mary! Un abrazo SUPER Luminoso!! Ro
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