A menudo hablas sobre la importancia de estar abierto y receptivo a cualquier cosa que la vida traiga. ¿Qué es la receptividad?
La receptividad es un estado de no-mente. Cuando estás completamente vacío de todo pensamiento, cuando la consciencia no tiene contenido, cuando el espejo no refleja nada, eso es receptividad. La receptividad es la puerta de lo divino. Abandona la mente y sé.
En la mente, estás a kilómetros de ser. Cuanto más piensas menos eres. Cuanto menos piensas, más eres. Y cuando no piensas en absoluto, el ser se afirma en su totalidad.
Receptividad simplemente significa tirar la basura que has estado llevando sobre tu cabeza; y hay mucha basura, completamente inútil. La mente carga con el pasado. Ahora el pasado no tiene ninguna utilidad; ya ha ocurrido y no va a volver a ocurrir nunca, porque en la realidad nunca se repite nada.
Aún cuando pienses o sientas que esta es la misma situación, nunca es la misma. Cada mañana es nueva, y el sol que te encuentras cada mañana es un nuevo sol. No me refiero al sol material. Estoy hablando acerca de la belleza, la bendición que trae cada día; es algo totalmente nuevo.
Si sigues cargando con imágenes del pasado, no serás capaz de ver lo nuevo. Tus ojos estarán cubiertos por tus experiencias, expectativas, y esos ojos no serán capaces de ver lo que está enfrente de ti.
Así es como desaprovechamos la vida: el pasado se convierte en una barrera, te atrapa, te encierra en algo que ya no existe. Te quedas estancado en lo muerto. Y cuanta más experiencia, más madurez tengas, el caparazón de las experiencias muertas se hará más grueso a tu alrededor. Te cierras más y más, poco a poco todas las ventanas, todas las puertas se van cerrando. Entonces existes, pero existes alienado, desarraigado. Entonces no estás en comunión con la vida. No estás en comunión con los árboles, las estrellas y las montañas. No puedes estar en comunión porque te rodea la gran muralla china de tu pasado.
Cuando digo vuélvete receptivo, quiero decir que te conviertas en un niño de nuevo.
Recuerda a Jesús, quien decía a sus discípulos; a menos que seáis como niños no podréis entrar en el reino de Dios. Lo que él dice es el significado exacto de receptividad: el niño es receptivo porque no sabe nada, y al no saber nada es receptivo. El viejo no es receptivo porque sabe demasiado, y al saber mucho está cerrado. Tiene que renacer, tiene que morir al pasado y convertirse en un niño de nuevo; no físicamente, por supuesto, pero la consciencia siempre debería ser como la de un niño. No aniñado, recuerda, sino como un niño: adulto, maduro, pero inocente.
Y así es como se aprende, aprende la verdad que se te presenta a cada momento de tu vida; aprende a conocer al Huésped que viene y llama a la puerta a cada momento, día tras día, año tras año. Pero estás tan inmerso en tu conversación interior, en tu propia procesión interior de pensamientos, que no oyes la llamada.
¿Oyes la distante llamada del cuco? ¿Oyes cantar a los pájaros? Esto es receptividad. Es un estado existencia de silencio, silencio total; sin movimiento, nada se agita, y a la vez no estás dormido, estás alerta, absolutamente consciente. Donde el silencio y la consciencia se encuentran, se entremezclan y se vuelven uno, se haya la receptividad. La receptividad es la más importante cualidad religiosa.
Conviértete en un niño. Empieza a funcionar desde el estado de no saber, el silencio y una gran consciencia vendrán por su propia cuenta. Entonces la vida será una bendición.
The guest. Discurso 14
Fuente: Los Misterios de la Vida. Osho